LA SAGA DE L'UNIVERS

MACHU-PICCHU

Machu-Picchu, ciudad Babel, ciudad montaña,
Machu-Picchu, ciudad mastaba, pirámide.
Machu-Picchu, la ciudad, encima de las nubes
Como colgada de la roca, aguilera donde ponerse.

De un nivel a otro , se va subiendo y bajando
Por el angosto dédalo, callejuelas empinadas.
Las baldosas de las plazas techumbres dominan
Bodegas en el umbral se yerguen, tejados dominados por los pisos
Yuxtaponiéndose, se confunden tragaluces y claraboyas.
Escaleras son las calles, y plazas los miradores.
Balcones son las explanadas, pendientes del éter,
rampas, el retortijón de avenidas.
Machu-Picchu, navío, en el cielo amarrado,
Ciudad- nave que se hace a la mar de los brumazones.
Los peldaños, las gradas trepan por las rocas
Cual ruta celeste, al asalto de la cúspide.
Ciudad-pico, tridimensional, ascensional
Ciudad-torre llegando al cosmos centelleante.

Machu-Picchu, ciudad, inasequible, sin violar,
Ciudad sin vencer, más que por el frío, la nieve
Por su propio desafío de escaladar los cielos.
Ciudad –tumba, ciudad mausoleo, cenotafio
Machu-Picchu, memoria sepultada, perdida.
Ciudad-cuna, Machu-Picchu, ciudad-reliquia
Ciudadela desvanecida, en el eterno silencio.
Fortaleza olvidada, de un desconocido pasado.

Parece revivir con el rayo lunar,
La antigua metrópolis, antaño abandonada.
¿Las momias congeladas, en las cumbres andinas
Munaos y mallquis, vestidos de cumbi
En el Inti-Raími, volverán a sus mansiones
De marras, para un opíparo festín 
Como para Samaín, entre los vivos,
Los esqueletos blanqueados del macabro Halloween ?
El labrador siembra, en la ladera de Huayna-Picchu
Granos de quinoa, semilla de papas.
Terminando de recoger montoncitos de sal
En las encaramadas salinas de la vertiente de Maras
El salinero deposita en sus vasijas la preciosa gema.
El alafarero laborioso en su claro taller
Con sus manos modela aríbalos y jarras
En tanto que al fondo humea el horno.
Al borde del Torreón en su jalón de mira el astrónomo
La vuelta vigila, del triunfante globo.
Los acabados trapecios que calan las casas
Ritman de sus negros agujeros, el rojizo adobe.
La diadema luminosa del gran templo solar
Se anima de reflejos, con el oscuro firmamento.
Aquí, en la intimidad de la cella sagrada,
El timu, cuchillo de oro, está degollando,
Víctimas escogidas para la santa hecatombe.
En el aire purificado se oye, el grito de la llama blanca.
Luego la virgen palla, amasa con sus dedos finos
La tortilla de maíz, rociada de sangre fría.

Pero al rayar el alba, se desvanece el sueño.
Vacías son las casas adonde acude el puma.
LLamas y alpacas en los callejones pacen.
Sosegado el cóndor se cierne, sobre el bastión en ruinas
Señor de la ciudad, del hombre dejada.
En el fondo de un cañón gime el Urubamba
Cual doloroso fluir de lágrimas y sudores
Que los humildes mártires agotados derramaron
Para edificar antaño, aquellos muros de lo Imposible.

Machu-Picchu, ciudad-secreto, ciudad-misterio.
Nunca nadie sabrá, lo que la destruyó.
¿Aniquilada fue durante el Apocalipsis ?
¿Derrumbada por un violento seísmo
Cruel enemistad, de Huayna Capac ?
¿De Cuzco, su rival, los vecinos celosos,
No demolieron sus templos orgullosos ?
¿Entre gritos de terror, alaridos de pavor
Calcinada fue por un vasto incendio
Que un perjuro motivó para vengar su afrenta ?
¿Los torbellinos de nieve, la crudeza invernal,
No echaron ayer a sus ateridos habitantes ?
¿Diezmada fue por una epidemia,
Languideciendo por un mal invisible,
Una lenta consunción, implacable, incurable
Que los dioses enojados en sus calles propagaron ?

Su misterio insondable está perdido para siempre
Ocultado en los quipus, de enigmáticos nudos.

La Saga de l'Univers - Claude Ferrandeix - © livagora 2011

Traduction Reidig - 2012 - licence Creative Common CC-BY-NC-ND